Un
pensamiento invade como todas las mañanas mi despertar, hace tiempo que me asomo a la ventana a divagar, pensar,
opinar o simplemente a escribir sobre eso que diariamente y desde hace tiempo
ronda mi cabeza.
Recuerdo
con una sonrisa dibujada en mi rostro cuando hace 25 años más o menos queríamos
cumplir años muy rápido y de hecho siempre aumentábamos nuestra edad con
diferentes fines, los cuales de todos son conocidos, y nos sentíamos bien con
nosotros mismos haciéndonos pasar por adultos cuando apenas éramos unos
imberbes adolescentes. Años después, la vida nos hace darle la vuelta a la
tortilla y ya no es que nos asusten los cumpleaños si no que aun encima nos
quitamos años o escondemos de forma reiterativa nuestra edad real.
Es por eso
por lo que esa duda, pensamiento, divagación (….) me invade todos los días y me
digo todos los días. –“Me hago mayor”. Y siendo honesto conmigo mismo me asalta
un miedo pavoroso a cumplir años, a que pasen los meses, a que pasen los días.
Pero el reloj biológico no para.
Sentándome
en la ventana y cerrando los ojos dejo volar mi mente a tiempos pasados,
tiempos en los que me veo a mi mismo como veo a mis hijos en el parque,
jugando, saltando, riendo, sin preocuparme por nada como ellos hacen; intento
poner todos esos recuerdos en un panel e ir recortando y metiendo en mi cabeza
los mejores y los más agradables y así haciendo un collage de recuerdos que me
hagan viajar por todas las etapas, mi niñez, mi juventud, mis aventuras, mi
vida en definitiva. Esa vida que a lo mejor viví de una manera muy intensa, de
una manera muy loca, o de una manera muy desorganizada. La ventana deja entrar
esos recuerdos que también atormentan y desordenan el collage que estaba
preparando.
Creo que va
siendo hora de empezar a redimirse de todo lo malo que se hizo y así poder
asumir con orgullo el paso del tiempo y alcanzar una madurez plena.
¿Cuál es la
formula? ¿De qué manera se puede hacer? Infinitas son las preguntas y pocas las
respuestas, esas respuestas las tenemos que buscar mirando y analizando toda
una vida, porque al final lo único bueno que tiene ir haciéndose mayor es que
vas cogiendo conciencia de todo lo que sucede, a uno mismo y alrededor de uno
mismo, pero sigo teniendo miedo a cumplir años.
El pueblo le suele llamar a esto “La crisis de los 40” yo le llamaría “Los deberes sin
hacer”, porque en su momento me salte una clase, una lección, un comentario que
hoy estoy esperando a que me cuenten ellos, por que serán ellos (mis hijos) los
que me den una lección de vida, una lección de ilusión, de esperanza….
Y un día le
contare (Dios mediante) a mis nietos que celebro mi segundo 40 cumpleaños sin
miedos y ya mayor de verdad.