sábado, 10 de marzo de 2012

Lagrimas

Se acerco  con lágrimas en los ojos, lágrimas que brotaban desde lo más hondo de su alma, lágrimas de agua cristalina que resbalan por las mejillas de una persona que vivía sin vivir, lágrimas que reflejaban la pena y la tristeza de su alma, alma que decía:

-“¿Por qué?”.

Ante ella presento los pedazos de su corazón en las manos, pedazos que
ellos mismos se unen y se presentan con toda la humildad y el amor que había en él.

Se sentía triste, abatido y decepcionado por no ser un príncipe valiente que sin coraje ni garra, supo decirle a tiempo que lo único que quería era a ella, sin condiciones.
Pero el príncipe abatido por la flecha envenenada de un “pecado” con enorme coraje, su mano en el pecho puso, inco la rodilla en suelo y con humildad pidió perdón y se inclino ante su princesa.

Recordaba la noche que en aquel bosque encantado, sus ojos se cruzaron con los de ella, alrededor el silencio imperaba, los reflejos del sol en sus pupilas dilatadas y la sangre fluyendo a borbotones de aquellos corazones.

Simplemente eran ellos dos, los silencios  hacían que sus labios ni siquiera pudiesen titubear. Aquellos labios querían intercambiar muchas palabras pero sus corazones solo sentían pasión.

Cual faro que alumbra al mundo por encima de la tempestad, esa misma tempestad es la que aturde por dentro aquel hombre que con su rodilla incada en el suelo  seguía pensando en ella.

El hombre es necio por naturaleza, pero el corazón es sincero porque dicta sentimientos que no conocen barreras. Dicen que el amor es ciego, pero él lo veía, lo sentía, lo notaba todos los días, ese amor hacia su princesa.

Ese  amor que le hizo alzar la cabeza y  gritar a los vientos:

-No soy de reglas, TE AMO MAS QUE A DIOS y eso si que es “pecado”.

Triste y con los ojos rojos y ensangrentados de lágrimas de rabia deposito sobre la tumba, la bella rosa que en aquel bosque cogió el día que sus destinos se cruzaron y que ahora apretaba con fuerza contra su pecho despidiéndose para siempre.

Ella fue su regalo, pero ya no tiene sus sonrisas en las mañanas, sus caricias por el día ni su cuerpo por la noche.

Ahora todo es frio.

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